Fui criada escuchando: “guarda eso en su lugar, no pongas eso ahí, no me gusta como se ve, etc., durante la infancia y la adolescencia me parecía que todo este palabrerío era solamente un pretexto para recordarme que la manera en la que yo arreglaba y acomodaba mis cosas nunca era suficientemente buena, a pesar de ello, en el momento en que me convertí en ama de casa y después en mamá de Eric e Iván (con y sin autismo respectivamente), comprendí que el interminable sermón de mi madre realmente tenían un sentido más allá de señalar que yo sabía o no, hacer las cosas como ella quería, en el momento que ella lo ordenaba.
Comienzo compartiendo esta memoria porque estoy segura que muchos de ustedes habrán pasado por lo mismo y seguramente muchos más lo replican con sus hijos, alumnos o con su pareja, quizá en ocasiones cruzan la fina linea entre: enseñar sobre el beneficio del orden y la limpieza, y repetir un patrón aprendido en la infancia convirtiéndose en una especie de mosquito nocturno que no deja en paz a su víctima hasta que ésta decide salir de la cama, encender la luz y callarle para siempre.
Crear un espacio físico y un espacio dentro de ti nos prepara para enseñar y aprender
Enseñar y guiar a un chico con autismo (o sin autismo) comienza creando un espacio interior y un espacio físico, ambos espacios requieren estar dispuestos para que el otro se sienta invitado a convivir, explorar, escuchar, observar, sentir, practicar y finalmente aprender. Deseo compartirles algunas sugerencias básicas que pueden ayudarles a organizar su espacio interior y exterior antes de iniciar su rutina de enseñar-aprender con sus chicos con o sin autismo.
Crea una rutina para ti y para el chico: La preparación de la rutina inicia tomando la decisión de disponerte emocional y mentalmente para poner manos a la obra, ponerte la gorra de guía, maestra, terapeuta, decidir el tiempo que dispondrás cada día para colocarte esta gorra y por cuanto tiempo lo harás.
No rutina es también una rutina: Aún cuando pienses que no puedes crear una rutina para enseñar-practicar-aprender, estás teniendo una rutina, identifica los momentos del día en los que puedes crear un momento de aprendizaje para ti y para el chico, dale forma, organiza en tu mente los pasos a seguir para acercarte a lograr el objetivo que tienes en mente.
Elige el espacio físico: Escoge el sitio en el que te sentarás uno a uno a trabajar con el chico o chica, no se trata de designar una habitación completa, puedes hacerlo en la esquina de una habitación en la que puedas tener una mesa y dos sillas (es preferible que los pies del chico o chica toquen el piso o una base sólida), o un espacio en el piso delimitado por una alfombra/tapete o bien con una cinta adhesiva de color que coloques en el piso. También puedes utilizar la mesa de comer pero sin objetos relacionados a la comida, colocarle un mantel/cubre mesa que se utilice únicamente cuando la mesa se esté usado como “el espacio de aprender”, de ser posible busca una tela que elija el chico o chica, esto le dará una mayor sensación de pertenencia del espacio de trabajo.
Ten a la mano y organizado el material de trabajo: Una manera de ayudar al chico a mantener la atención en la actividad que se está realizando es tener a la mano y organizados TODOS los elementos que se utilizarán para realizar la actividad. Por ejemplo: los lápices de colores en una lata o vaso, una caja de cartón con los lápices de escribir, tijeras, borrador, pegamento, sacapuntas; otra caja con plastilina o masilla y cada color en un bote diferente, una caja con los animales de la granja, otra con los autos, una bolsa con las bolas de colores, los libros organizados en una repisa o en una caja de cartón forrada con un lindo papel, etc.
Tener un espacio físico dispuesto para el juego o para trabajar, es un indicador visual y sensorial para el chico o chica con o sin autismo, de que ha llegado el momento de aprender, hacer deberes, divertirse y experimentar. Por otro lado un espacio organizado, limpio, con buena iluminación, sin olores disrruptivos, libre de gritos y sin exceso de palabras, invita a los participantes a organizar mejor sus ideas, a localizar fácilmente lo que buscan. Nos brinda también la oportunidad de que el chico o chica conquiste su autonomía en la organización de su espacio de trabajo y/o juego, al saber en dónde encontrar y guardar cualquier objeto que se le solicite.
Enseñarles a mantener el orden, la organización y disponer sus espacios sin caer en el exceso que caemos como mamás o papás intolerantes o controladores, es una gran habilidad que les llevará a conquistar otras habilidades.
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