"Si a mí me dices que yo sea de mente abierta, que sea porque tú también lo eres.” Así comenzó la conversación que tuve hace un par de días con Elsa Cortés, una chica extraordinaria de 19 años con Asperger, creadora del blog: “el Diario de un Asperger”. Aprender a convivir con los “neurotípicos” es probablemente el mayor desafío para personas con Asperger y Autismo. Separo las dos condiciones porque el espectro es tan amplio, que en ocasiones me resulta difícil aceptar que todos están dentro del mismo espacio. En el caso de Elsa, ella dedica una considerable cantidad de tiempo estudiando a los neurotípicos para poder convivir con nosotros con la menor cantidad de desencuentros, para comprender nuestras reacciones y acciones, para intentar descifrar por qué mentimos tanto, por qué no nos atrevemos a decir las cosas claras y cómo son. Mientras que los “neurológicamente típicos” estudiamos el autismo para intentar comprender por qué las personas con TEA tienen dificultad en convivir con nosotros. Muchos quizá lean mis palabras y piensen que también estudiamos el autismo porque queremos aprender cómo aprenden, y cómo convivir con ellos con la menor cantidad de desencuentros. De ser así, estamos hablando de lo mismo: ambos grupos estamos intentando aprender a convivir con los otros. ¿Por qué entonces es tan difícil la convivencia si estamos persiguiendo lo mismo? ¿Quiénes hacen que sea un desafío la convivencia, las personas TEA o los que no tenemos TEA? ¿Será que las familias de personas con TEA somos los mediadores encargados de conciliar a las personas que no tienen vivencias con el autismo y a los que tienen el diagnóstico? ¿Es posible que los que realmente tengamos la oportunidad de darle sentido a la inclusión seamos las familias por ser las primeras que necesitamos aprender a practicar la inclusión en casa? ¿Es posible que antes de lograr eso que nombramos inclusión, tengamos que aprender más sobre la manera de percibir de las personas con autismo? ¿Será que la inclusión está aún por definirse y que estamos persiguiendo algo que aún no sabemos cómo se hace, por dónde se comienza y quién la inicia? Esta serie de preguntas me las hago una y otra vez cuando hablo con adultos con Asperger y observo su dificultad en comprender la complejidad de las personas neurotípicas, al mismo tiempo que escucho y leo a los especialistas en autismo hablar del tema y me doy cuenta de la infinita cantidad de matices que existen en el espectro, lo cual toma mucho tiempo para comprenderse. Mi conclusión por el momento es que aún tenemos un largo camino por andar, hay una cultura de la inclusión por transformar y millones de corazones por despertar, sin embargo, se ha logrado mucho, hemos ganado terreno, hay muchas personas intentando practicar eso que hoy llamamos inclusión y todo este esfuerzo es también fundamental reconocerlo, honrarlo y agradecerlo.
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